Cuando no veía la tele o hacía algo que le distrajese, Joaquín se aburría como una ostra y como su hermano no le dejaba trastear con sus juguetes, pues de sobra sabía que más de uno acabaría roto o en la tripa del pequeño, volvía a su mundo de fantasía.
Joaquín en esos momentos, y sin darse cuenta, cantaba todas las canciones que conocía. Su familia, audaz en observar lo evidente, le veian feliz en ese estado y lo mejor de todo, no molestaba a nadie, así que le animaban a cantar haciendole fiestas tras cada interpretación. El pequeño descubrió por fin la forma de llamar la atención. Si no le miraban, cantaba más alto, tanto que incluso llegó a quedarse completamente afónico con tal de que le hicieran caso.
Escuchó algún comentario sobre que siempre cantaba lo mismo, esa fue la primera vez que le acusaban por algo que realmente había hecho, lo cual le llevo a decidirse a aprenderse muchas, pero muchas más canciones.
4 comentarios:
Seguro que se sabía todos los villancicos del mundo.
Pues .... seguro que casi todos.
:P
¿Y cantaba bien?, quiero decir si era entonado.
Pues a esa edad ... No!
(y pa mi que luego tampoco jajajajaja)
Publicar un comentario